1. Con el fin de mantener la galería (Art of This Century) abierta y seguir ayudando a sus artistas (principalmente a Pollock), «me vi obligada a vender un maravilloso Delaunay de 1912 titulado "Disks" que le había comprado a él en Grenoble, cuando era un refugiado procedente del París ocupado».
2. No comprar “La Térre Labourée” de Miró en Londres en 1939 por 1.500 dólares. «Ahora valdría más de 50.000».
3. Vender en Nueva York durante la guerra un Kandinsky de 1936 titulado "Dominant Curve" por hacer caso a que era un cuadro fascista. «Más tarde lo encontré en la colección de mi tío (el del museo Guggenheim) en una exposición en Roma y me llevé un disgusto enorme».
4. En 1950, no comprar "Pêche de nuit a Antibes" de Picasso por no disponer de dinero en efectivo suficiente y no vender algunos bienes, «algo que me sugirió mi amigo y consejero financiero, Bernard Reis».Ahora se encuentra en el MOMA.
5. Vender una escultura de Henri Laurens y una acuarela preciosa de Klee para pagarle a Nellie Van Doesburg (bailarina, pianista, artista) el billete para Nueva York.
6. Que le robaran de Art of This Century todos los Klees que le quedaban menos dos.
7. Cuando todavía no se intuía lo que llegarían a valer los cuadros de Pollock, donó la gran mayoría de los que tenía (unos 18) a varios museos con el fin de promocionarlo. «Ahora Lee (la mujer de Pollock) es millonaria y yo pienso en lo tonta que fui».
Aunque la colección de arte de Peggy Guggenheim nunca tuvo un fin financiero, de hecho se aliviaba sabiendo que había podido construirla «en una época en que los precios eran aún normales, antes de que el mundo de la pintura por entero se convirtiera en un mercado de inversiones», era muy consciente de sus siete tragedias y tenía claro cuál había sido el coste de la alternativa al tomar cada decisión.
En definitiva, tenía clarísimo cuál había sido el costeDeOportunidad.
Una original manera de explicar el coste de oportunidad
13/11/2024 - Por A.M.
La mecenas estadounidense Peggy Guggenheim cuenta en su libro Confesiones De Una Adicta Al Arte las «siete tragedias» de su vida como coleccionista.