«Toda novela es un testimonio cifrado; constituye una representación del mundo, pero de un mundo al que el novelista ha añadido alguna cosa: su resentimiento, su nostalgia, su crítica»,Mario Vargas Llosa

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Una mano amiga

La infalible técnica de Matías López

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I. Un día, cuando trabajaba en Turner, Manuel Arroyo-Stephens, fundador de la editorial, apareció de visita. Aunque ya llevaba tiempo desvinculado de la compañía seguía siendo toda una leyenda: fundador en 1970 de una de las pocas librerías que se atrevía a vender libros censurados por el franquismo (hoy Pasajes), editor de José Bergamín, apoderado de Rafael de Paula, redescubridor de Chavela Vargas, entre muchas otras batallas y dones, como la escritura, por lo que de la manera más ilógica y egocéntrica, me puse de los nervios por si me dirigía la palabra. Olvidaba que era el último mono de la oficina o quizá algo más básico, que no me conocía de nada, pero venía alguien importante y había que estar preparada.

Ese día (y ningún otro) no intercambiamos ni miradas pero tras escuchar recientemente en la presentación de su libro póstumo dos comentarios (decía algo como que «tener una librería era lo peor porque hasta los amigos te pedían descuentos» y pensaban que tardó tanto en publicar del respeto que le tenía a la literatura y al oficio), allí en esa reunión de amigos y conocidos suyos, grandes impulsores de que otros pudiésemos ahora leer su obra, para mí la leyenda aumentaba.

II. En marzo, Ana Iris Simón reproducía en Instagram una frase de Alberto Olmos de un artículo de 2018 que le había llamado la atención. Nada más verla hice pantallazo. Era atemporal y bien podía aplicarse al mundo de los negocios. Pues si Olmos, hablando de la paternidad, decía que «una persona que no tiene hijos no sabe nada en realidad sobre no tener hijos. Solo quien tiene hijos sabe lo que es no tenerlos», a mi me vinieron a la mente la cantidad de individuos que jamás han tenido o simplemente trabajado en una empresa pero que hablan con soltura y ligereza sobre lo que supone y significa.

Personas que quizá lean a Simón y a Olmos pero no sé si a Jabois que arranca unos de sus libros con una frase de Xacobe Casas: «Un hijo es como tener algo siempre al fuego». Pues lo mismo que ocurre cuando tiempo, proyecto y dinero entran en juego.

III.

«- ¿Acaso sabes cuál es tu negocio, Homer? ¿Lo sabes? Vamos di, ¿cuál es tu negocio?

- Mi negocio es la medicina».

Antes de esta implacable afirmación en la que reconfirmaba lo que el Dr. Larch ya sabía, el joven Homer Wells de Las normas de la casa de la sidra mandaba de regalo al orfanato St. Clouds el resultado de ser el mejor recolector de manzanas: una caja con todas las variedades por él seleccionadas. Viendo de nuevo la película esta semana me quedé pensando en esta aparentemente escena sinmás en la que Michael Caine y las enfermeras prueban la fruta enviada y se preguntan qué significa ese envío: «de modo que ahora es un experto en manzanas», «las ha cogido él para nosotros», «¿no os resulta deprimente que Homer se dedique a recolectar manzanas y ni siquiera se moleste a enviarnos una carta?», «es un obsequio»...

Cuando para mí era tan obvio cómo pedirle a tu madre que mires cuando haces el pinopuente a punto de matarte y que los primeros socios tiendan a ser amigos quienes te complementan pero quizá no en los sentidos apropiados. La búsqueda y el riesgo de querer la aprobación del entorno más cercano.

«Deberían haber comprado ellos la caja de manzanas», dije en alto y con firmeza en el salón de mi casa ante la mirada confusa de quien me acompañaba.

IV. Cuando todavía no se podía regresar al pasado con el mando de la televisión y ver las noticias de las 21:00 a las 23:00 para tener sensación de no haber llegado a las mil a casa. Cuando no existían las plataformas de streaming e ir al cine era la única forma de ver un estreno. Cuando si querías ver una serie de golpe debías comprarla en DVD. Entonces y antes de ayer, en 2016 y en España, se estrenaba El Punto sobre la Historia: un programa de televisión en el que los presentadores recorren la ciudad de Madrid en bici haciendo paradas estratégicas donde poder contar anécdotas y curiosidades.

Mi abuela era fan absoluta y ahora que lo vuelven a poner en Telemadrid, yo lo sigo viendo por los edificios, la evolución de la capital, por lo que sucedió y sus protagonistas. Por contar historias fascinantes como la de Matías López en el capítulo de Malasaña.

López fue el primer comerciante y fabricante de chocolate de Madrid, luego uno de los empresarios más ricos de Europa. Fabricaba por la mañana y por la noche estudiaba francés, administración, matemáticas...«Haciendo publicidad era un crack. Su estrategia de marketing era tan sencilla como molona y eficaz. Le decía a sus familiares y a sus amigotes que se acercaran a las tiendas y preguntaran por su chocolate».

«¿Tiene usted chocolate de Matías López?» preguntaban una y otra vez hasta que el mismísimo Matías López entraba ofreciendo sus productos, que tras el hype creado, arrasaba.

V. El año pasado cursé el programa de Growth Marketing de ISDI. Una de las clases la impartió María Martínez de Laconicum sobre cómo dar a conocer tu marca con poco presupuesto o lo que también se llama marketing de guerrilla. Nos habló y dió ejemplos de hacer un pre-launch, de tomar muchos cafés con personas que pudiesen ser afines, de email marketing, de colaboraciones o concursos con otras marcas, de merchandising...

Repasando los apuntes esta semana, pensé en Arroyo y en los amigos que piden descuentos mientras que otros hacen por publicar tus escritos incluso una vez muerto, pensé en Olmos y en Jabois y en cómo los negocios pueden parecer hijos, pensé en Homer y en cómo todos buscamos inconscientemente el visto bueno de friends & family, por último pensé en Matías López y en esa mano amiga que tiende aparecer siempre...como una lanzadera, incluso, a veces, sin haberles dado la chapa.

A esos les digo: MUCHAS GRACIAS.

Dedicado a todos los amigos que me han apoyado comercialmente siempre

(sin hacerles un descuento)