«Mi principal razón al adoptar la literatura como profesión fue que, ya que el autor no es nunca visto por sus clientes, no necesita vestirse respetablemente», George Bernard Shaw

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Proyecto vital

As bestas

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En las páginas salmón también hay literatura. Este fin de semana, en Expansión entrevistaban a Manuel De Cendra y Aparicio, CEO de CHOCOLATES Y DULCES MATIAS LOPEZ SL. En esta, contaba cómo tras leer un libro sobre la historia de su antepasado se decidía a reabrir la fábrica por él fundada en 1851 y el difícil camino que había emprendido para conseguirlo. «Estuve 14 años hasta que logré recuperar la propiedad de la marca y después investigando sobre el chocolate hasta que monté la sociedad en 2012».

Lo hacía ya pasados los 50, arquitecto de profesión con estudio propio, con la vida resuelta como quien dice, pero lo había encontrado y estaba decidido a no soltarlo.

No apto para impacientes, para los que tiran la toalla a la mínima de cambio, un viaje a Ítaca para perseverantes, un poco tercos, románticos y sí, un pelín locos porque cuando das con tu proyecto de vida te tatúas a fuego la famosa frase de Charles Bukowski: «Find what you love and let it kill you».


Como el escritor, los técnicos de selección saben de la importancia del autoconomiento, de saber qué es lo que quieres. «¿Donde te ves en 5 o 10 años?», preguntan tras el apretón de manos. Que cuentes tus aspiraciones y tus sueños, tus objetivos, aunque a veces la realidad sea que, aunque te hayas traído la respuesta preparada, todavía no hayas encontrado exactamente a lo que amar por encima de otras cosas. Cuando no tienes una vocación clara y te quedan muchísimos años para jubilarte por delante, es normal andar un poco perdido.

Por ello, creo que más de uno al ver As Bestas sintió angustia, rabia y pena pero también admiración, envidia y alivio. Envidia porque, al igual que el Sr. Cendra, los protagonistas habían encontrado su proyecto vital: su huerta, su rehabilitación de casas, sus sitio, encima en amor y compañía. Admiración porque lo estaban logrando, vendiendo su cosecha y empleando sus ahorros con inteligencia para costear la vida imaginada. Alivio porque no dieron con ello a los 30 sino más tarde demostrando que si vas haciendo las cosas bien, probando, equivocándote y, en definitiva, encontrando lo que te gusta para sobreponerlo a otros menesteres, te irás acercando a aquello por lo que querrás ser recordado.


Los proyectos vitales no son solo historias «de éxito» o de forrarse pues van desde el coronel Harland montando KFC (Kentucky Fried Chicken) a un profesor de universidad que escuchaba el otro día: amaba su profesión, un empleo que podía ejercer con entusiasmo y del que creo que no era consciente de la increíble huella que estaba dejando en otros.

En el discurso de recepción del Premio Príncipe de Asturias, Camilo José Cela dijo: «dejemos volar la esperanza y la ilusión, que son las dos alas de la saludable felicidad que ni cesa ni aun se interrumpe».

Ni quiénes somos, ni de dónde venimos, ni adónde vamos. Sino cuáles son esas esperanzas e ilusiones: eso es lo que me interesa. Tengamos la suerte y las ganas de encontrarlas y dejemos que nos maten.