En uno de estos encuentros, cenamos con un conocido productor de cine. La conversación fue de lo más interesante: lo avasallamos a preguntas y se mojó. De todo, hay una respuesta que aún recuerdo. «Como experto, ¿disfrutas en el cine? ¿Acaso no ves todos los fallos por deformación profesional y, por tanto, no consigues verla como un espectador normal?», le pregunté intrigada. «Por supuesto disfruto ya que cuando lo que veo es bueno o muy bueno, lo aprecio muchísimo más». Saber mucho, en vez de limitarle, conseguía toda lo contrario.
¿A qué viene esta anécdota? Hace poco terminé Conferencia sobre la eficacia del filósofo y sinólogo François Jullien. En esta conferencia para ser leída ante dirigentes de empresas, compara la concepción occidental de la eficacia, ligada a la modelización y a la finalidad con el pensamiento chino de la eficiencia, indirecta y discreta, apoyada sobre el potencial de cada situación capaz de inducir transformaciones silenciosas pero muy poderosas.
Esta noción de potencial de situación que surge de las artes de la guerra de la antigua China me voló la cabeza. En vez de arrancar cualquier objetivo por una planificación, se empieza por una evaluación de la situación para detectar los factores facilitadores y sacar provecho de ello llegando así, casi de forma natural, sin grandes acciones o heoricísmos al fin deseado. En el texto se plantean muchos ejemplos y ahora lo veo en todas partes. Si mi formación y herramientas son X, ¿cómo pueden dar más frutos? O una cuestión que leí aquí recientemente… ¿Por qué cuando se contrata a un director de departamento lo primero que piensa es en montar su equipo en vez de explotar todas las posibilidades de la empresa a la que se incorpora de forma silenciosa? ¿No será esto menos noticioso pero más exitoso a la larga?
Xavier Marcet, en su artículo Powerpoints a discreción, defiende que un equipo directivo debe hacer menos planes estratégicos, humo bienintencionado que vende una falsa hiperactividad, y más sembrar confianza para que nazcan oportunidades y así conseguir en vez de resultados puntuales, largas trayectorias de empresa. Desconozco si Marcet ha leído a Jullien o si yo me he obsesionado con el modelo del potencial de situación y los factores facilitadores. No dejo de darle vueltas si llevo tiempo trabajando, exigiéndome y esperando de los que me rodean de una manera equivocada.
Parece que hay otra forma de intervención humana: conectándose con la propensión de las cosas e integrándose en ellas. Ahí va la paradoja: «no hacer nada, pero que nada deje de hacerse». Proceso en vez de progreso. Transformar en vez de actuar.