Hay fuego y parece sólo haber una opción: salir huyendo.
O NO...
«¿Conocéis la leyenda guaraní del colibrí y el fuego?», nos interrumpía mi tío al grupo de primos en un aperitivo con conversación-debate del tipo lamento-protesta-existencialismo.
Cuentan que un día hubo un enorme incendio en la selva. Todos los animales salieron despavoridos a salvarse. De pronto, el jaguar vió al colibrí volando en dirección contraria hacia las llamas. Iba desde el lago directo al fuego repitiendo una y otra vez el trayecto, hasta que intrigado el jaguar lo paró.
- «¿Pero qué haces?», preguntó el jaguar.
- «Voy al lago, cojo una gota de agua y vuelvo a echarla en el fuego para apagar el incendio», respondió el colibrí.
- El jaguar se rió—«¿Estás loco?» —le dijo—. «¿Crees que tú solo vas a conseguir apagarlo con tu pequeño pico?».
- «Yo sé que solo no puedo apagarlo, pero tengo que hacer mi parte», contestó el colibrí.
Compartir o darle a Me Gusta a las publicaciones en redes sociales de tu empresa, si algo no funciona decirlo en vez de esperar a que explote, todo lo que va después de un «he pensado...». Me emocionan los que, con pequeñas acciones como estas en apariencia insignificantes, se involucran más allá de sus tareas y deciden ser corporativos y participativos en el propósito compartido de la compañía en la que trabajan.
Están dispuestos a hacer «su parte» sin estar seguros de que eso pueda alcanzar el objetivo final, repercutirles favorablemente en el corto plazo, incluso a veces de manera ingenua, pero consiguiendo sin percatarse la sensación y tranquilidad de tener un mayor poder sobre sus vidas, además de mayor motivación, autenticidad y capacidad para asumir nuevos retos y responsabilidades.
Por ello, en estos días grises, en estos tiempos convulsos e inciertos, vaya la empresa en la que trabajas bien o mal, cuando sientas que ya no hay nada que hacer... Piensa en el colibrí.
Solo traerá cosas buenas.