Esta semana, tras leer sobre dos acontecimientos muy distanciados en el tiempo y en apariencia muy dispares, he vuelto a una de sus más famosas frases que confirma y resume el fenómeno que ocurre cuando se hallan lo fortuito y accidental con lo previsible y controlable.
«La inspiración existe, pero tiene que encontrarte trabajando», decía Picasso. Y es que cuando el azar y la constancia se juntan surge una energía imparable y pueden llegar a producirse situaciones que marcan un rumbo o como diría Stefan Zweig: «momentos estelares de la humanidad».
Bajo este título, el escritor reunió en un libro variados e inesperados puntos de inflexión de la historia cuyos detalles desconocía y a los que he sucumbido con auténtica fascinación.
ACTO I. EL AZAR
En 1453, se produjo la conquista de Bizancio con la caída de Constantinopla en manos de los turcos. En la invasión se dió un hecho de lo más inverosímil teniendo en cuenta la preparación de la muralla para la defensa a muerte de la ciudad. La llamada Kerkaporta, una pequeña puerta destinada en época de paz a los peatones, quedó abierta y, dudando en un principio al pensar que podía ser una trampa pero adentrándose tras confirmar que no había resistencia, toda una tropa de jenízaros se metió en la ciudad lo cual aceleró el fatal y desmoralizante grito: «¡La ciudad está tomada!».
¿Habrían logrado la victoria de otra manera? Es probable. ¿Lo habrían conseguido tan triunfalmente sin haberse topado por casualidad con la puerta olvidada? Definitivamente no.
ACTO II. LA PERSEVERANCIA
Fue también casual que en 1854 un ingeniero inglés llamado Gisborne que quería colocar un cable para habilitar el telégrafo entre Nueva York y el punto más oriental de América, Terranova, conociese a Cyrus W. Field, un joven y exitoso empresario. Este, ni corto, ni perezoso, decidió ir más allá: ¿porqué no unir Terranova por medio de un cable submarino con Irlanda? Field no era ningún técnico, ningún especialista, no sabía nada de electricidad pero era un hombre decidido, con un empuje y una fe contagiosa, capaz de seguir al pie del cañón contra viento y marea.
¿Field se hubiese interesado en conectar Europa y América por el océano si no hubiese conocido a Gisborne? Nunca. ¿Lo consiguió 4 años más tarde por su tenacidad y constancia? Siempre.
Un simple azar puede hacer prosperar una colosal hazaña, una inigualable empresa, pero solo una idea adquiere en la realidad un impacto explosivo y es cuando se alía con el otro elemento dinámico que mayor fuerza tiene en la vida como bien dice Zweig: la voluntad humana.
«I have the key in my pocket, all I have to find is the lock» se escucha en una versión remix del «Qué será, será» de Doris Day que tengo en un disco. Y sí… No sé si algún día me encontraré con la puerta pero de lo que estoy segura es de que llevaré un manojo de llaves.