Pero, como todo en la vida, siempre hay excepciones. Así, al menos, lo recordábamos las que estuvimos en Lovaina la Nueva y aquel año en el que, en pétit comité, nos hacíamos llamar «las chapas», por pesadas o por la nueva afición desmedida a la Jupiler, pero bien podría haber sido también por lo que nos tocó chapar, para nuestra sorpresa, si no queríamos volver a Madrid con el rabo entre las piernas. En mi caso, que estudiaba Humanidades y Periodismo, recuerdo haber cogido como asignatura Filosofía de la naturaleza y a la segunda clase quedar tan desconcertada que tuve que salir corriendo a cambiarme a Filosofía política y social donde pensaba que tendría más oportunidades de éxito. Finalmente, aprobé pero el profesor me dijo algo que nunca he olvidado: «se lo sabe pero no ha entendido nada».
Hoy que sigo sin saber, ni entender nada, me cuentan que el estoicismo, como las duchas frías y levantarse a las 5 de la mañana, se ha puesto super de moda entre deportistas de élite y gurús de Silicon Valley como sinónimo de autocontrol, entereza, racionalidad, no dejarse llevar por las emociones. Desde Jack Dorsey (el de Twitter) a Luis Enrique, al parecer, resurgen Meditaciones de Marco Aurelio y el discurso de Zenón, abrazando así esta escuela del pensamiento de la Antigua Grecia como si fuese la última Coca Cola del desierto. Y cómo deciros, que sea una verdad a medias o una mentira del todo, me alegro, pues escuchando en Así empecé a Juan Pedro Conde, hombre hecho así mismo y fundador de panaderías Granier, al ser preguntado por un libro que recomendaría, soltó Metafísica y pude reconfirmar que se le puede dar nuevos usos a la sabiduría antigua hagas lo que hagas, seas quien seas.
«Me gusta la filosofía griega, Metafísica siempre está en mi mesita de noche, es muy complejo, pero me ordena. La verdad es la verdad, la verdad es la belleza, la verdades indiscutibles son unas y esas tienen que guiar nuestra vida. Deberían dar en la escuela más filosofía y finanzas. Fíjate que te digo que no fui al colegio, porque yo fui en la EGB, pero después me obligué a formarme leyendo. Mira que si alguna vez tengo algún momento de duda, de cómo tomo las decisiones, vuelvo al libro y el libro me guía. Si lees a Aristóteles 10 páginas, dices "ya estoy en el sitio"».
Esta teoría del poder de la filosofía se sostiene a lo largo de Más Platón y menos Prozac de Lou Marinoff (best seller absoluto hace tiempo; llego tarde pero llego) que hoy tengo entre manos gracias a mi cómica de confianza y que invita a caer en la pericia, la mentalidad, el espíritu filosófico para enfrentarse a la toda la inmensa complejidad que caracteriza la vida humana y nos enseña a poner en práctica esta disciplina académica, a inspirarnos en miles de años de pensamiento, de ideas, directrices, pautas de conducta para finalmente pensar por uno mismo y del que saco estos aprendizajes en la relación más larga e intensa que todos tenemos: con el trabajo.
I. El proceso PEACE compuesto de cinco etapas: la identificación y concreción del problema, la canalización de las emociones que este nos supone, el análisis y opciones para resolverlo, la contemplación o la perspectiva («en lugar de detenerse en un árbol determinado, estudia el contorno del bosque») y el equilibrio o el momento en el que estaremos preparados para «emprender actos adecuados y justificables».
II. Aunque todos buscamos la palmadita, poder ser capaces de hacer un buen trabajo «por el mero placer de hacerlo bien» y «que no sea el fruto de tu acción el motivo; ni te apegues a la inacción» (Bhagavad Gita).
III. El equilibrio entre la competición (que si es creativa y constructiva puede ser buena) y la cooperación sabiendo que ganar o perder una carrera no tiene ninguna trascendencia moral, puedes ser el más rápido pero eso no te convierte en buena persona pero sí hay valor en trabajar duro y hacerlo lo mejor posible.
IV. Mezclar racionalismo y empirismo, la razón con nuestras experiencias, probar e intentarlo para saber. «El único modo en que uno puede aprender a reconocer y evitar las trampas del pensamiento es familiarizarse con ellas en la práctica, incluso corriendo el riesgo de ganar en sabiduría mediante una triste experiencia», dijo el filósofo y matemático alemán Leonard Nelson.
V. Aceptar que una autoridad externa superior como describe Hobbes, en pocas palabras un jefe, un director de orquesta, es algo bueno, es «un componente clave para mantener la paz», tanto como para obligar a que las cosas se hagan. «Se consigue muy poco sin trabajo en equipo y en cualquier equipo, hay líderes y seguidores naturales», apostando por un jefe que dé ejemplo (humillarse a sí mismo, hacer tareas que no le corresponden, es una vía hacia la mejora personal según la tradición budista) y que como sostiene la filósofa, novelista y ensayista Ayn Rand, sea capaz de dirigir un ferrocarril porque sabe conducir un tren (vive la soledad del líder pero no se aísla).
VI. La ética. Pues que algo sea legal no quiere decir que sea moral y casi convendrá conocer la filosofía china que sostiene que un «rasgo distintivo de lo correcto es que al hacerlo usted queda libre de culpa». Dormir tranquilo, vaya...
Hace mucho, mucho tiempo, fui al FIB a hacerme la alternativa y a dormir en una tienda de campaña para tratar de ver a Kings of Leon que finalmente por el vendaval no tocó. De los tres días que estuvimos, que dieron para muchas anécdotas, un amigo siempre recuerda cómo comenté que mi canción favorita del nuevo disco de KOL era la que se llamaba Bonus track.
Vaya parda. O no, al optar por la mejor e inesperada pista extra para cualquier álbum, viaje, libro o post. Como esta:
«El trabajo nos evita tres grandes males: el aburrimiento, el vicio y la pobreza», Voltaire.
¿Evitas alguno? Quizá con eso baste.
Muy buen fin de semana.