Así me ocurrió este lunes al terminar True Detective. Noche polar. Asumí que tendría la misma y exacta experiencia que tuve con las anteriores temporadas. Pero como alertaba la agente Danvers (Jodie Foster) mi problema era que quería resolver el caso (recomendar o no la serie), sin haberme hecho la pregunta correcta. ¿Me había gustado? O en realidad me estaba preguntando ¿me había gustado tanto como las primeras? ¿Era esa una pregunta posible? Al poco descubría que Nic Pizzolato, creador de la saga, no había escrito este guión por lo que antes de cuestionarme sobre si era de mi agrado, ¿no debería haberme informado?
ENTREACTO
En La conversación infinita. Encuentros con la escritura y el pensamiento, Borja Hermoso recopila algunas de sus mejores entrevistas. En la realizada a la académica Clara Janés, me encuentro con una revelación. «Todo va evolucionando tan rápido que lo que ayer eran respuestas, hoy son preguntas». «Es muy difícil estar siguiéndolo todo».
ACTO II- Nudo
Siendo becario en Diario 16, mandaron a Hermoso a entrevistar a «un ruso», Joseph Brodsky, del que no sabía nada y «no tenía claro si era poeta o responsable de seguridad del Kremlin». Tras una llamada a una amiga del servicio de Documentación para información básica (un escueto «era un escritor y había ganado el Nobel», además de animarle con el marrón) e imagino que con un poco de morro y la pericia impropia de un novato pero sí del que sería un gran periodista, pudo salir airoso. Pero «podía ser mejor».
Estaba satisfecho, tenía un listado de preguntas y sus correspondientes respuestas, tenía un titular, pero algo había fallado. No eran las preguntas correctas. Y no sabéis cómo le entiendo, en mi época periodística tuve sensaciones similares, la falta de tiempo entre la asignación y el encargo, la vergüenza del principiante, las tablas y la soltura, pero con una gran diferencia entre él y yo: Hermoso tuvo que usar el teléfono fijo para informarse, era 1987, en cambio lo mío, con todos los datos a mi alcance: eso sí que podía ser mejor, eso sí que era imperdonable.
Hoy, en cambio, a la hora de tomar decisiones, procuro seguir la fórmula de Hermoso que calibra, se prepara, lee, se forma e informa antes de lanzarse a preguntar, sabe que no puede ir por la vida tratando de exprimir solo, una y otra vez, lo aprendido en la universidad, que para tener una conversación infinita hay que aplicar algunos de los consejos de La carrera infinita; no tratar de tener una memoria enciclopédica pues como alertaba Janés es imposible pero sí saber sacarle el mayor partido a los buscadores y herramientas para gestionar, ubicar y darle sentido a todo el conocimiento disponible. Y el resultado es tan potente como las entrevistas de Hermoso: interesantísimas, documentadas y atemporales. Pensamientos a tener en cuenta.
ENTREACTO
En un episodio de In Good Company, Nicolai Tangen le preguntaba a Adam Grant cómo iba a ser el trabajo en el futuro. Grant, psicólogo organizacional y el profesor más joven y mejor valorado de The Wharton School, respondía con sinceridad: «no lo sé, no tengo nidea» y aunque luego divagó con la inteligencia artificial y el modelo híbrido de oficina-casa por eso de los silencios incómodos, realmente no dejó una respuesta concreta. ¿Estaba la pregunta bien formulada? ¿Cómo sería el trabajo en el futuro? ¿No hubiese sido mejor saber cómo querría Grant que fuera?
ACTO III. Desenlace
¿Qué quiere mi cliente? O mejor, ¿qué le molesta? ¿Cómo ganar más? O mejor, ¿cómo gastar menos? ¿Qué nos distingue de nuestros competidores? O mejor, ¿es bueno tener competencia? Aprende a trabajar con toda la información disponible a tu alcance, como en las series de detectives primero pon todas las pruebas encima de la mesa y entonces busca las respuestas haciéndote las preguntas correctas. Solo así obtendremos los resultados deseados y terminarás la tarea como la entrevista de Borja Hermoso a Antonio Gala.
- «Pues con esto acabamos», dice Hermoso.
- «¿Si? Pues vamos a tomarnos algo…», responde Gala.
¿Y adónde? Yo lo tengo claro. Vuelvan al primer acto.