«Lo falso es un homenaje a lo verdadero», Orson Welles

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En esta vida o en la otra

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Ya sea por la literatura…

«Si queréis los mayores elogios, moríos», dijo Enrique Jardiel Poncela

Como por las más famosas epopeyas…

«Si te quedas en Larisa tendrás paz, y una mujer maravillosa. Tendrás hijos e hijas que a su vez tendrán descendencia. Te amarán. Y cuando ya no estés te recordarán. Cuando tus hijos y los hijos de tus hijos hayan muerto tu nombre se perderá. Pero si vas a Troya, la gloria será tuya. Escribirán historias de tus victorias durante miles de años», le dijo Tetis a Aquiles.

De repente morir no me parece tan mal plan.

Te conviertes en un santo, tus textos son inéditos, si has hecho algo interesante, recibes premios póstumos y quizá se animen a cambiar el nombre de tal calle o a ponerte una plaquita.

Bromas aparte, ya que como bien escribió el filósofo Javier Gomá, director de la Fundación Juan March «toda muerte es prematura en el sentido de que es hostil a la vida y nunca bienvenida», hay personajes en la historia cuya obra y actos les hará prevalecer, como un tablón de madera incapaz de hundirse en el fondo del océano, pasarán por su grandiosidad a la posteridad y ya sea por están concentrados y a lo suyo o porque quizá saben lo buenos que son: el elogio en vida poco les importa.

Esto mismo le ocurrió a Nikola Tesla (Smiljan, 1865-Nueva York, 1943), genial inventor, cuyo nombre quedó eliminado de la historia de la física pero cuyos logros (la corriente alterna, el motor polifásico de inducción, el control remoto, la radio…) e imagino que Elon Musk le han hecho resurgir en los últimos años hasta donde se merece, en España en gran parte gracias a las exposiciones de la Fundación Telefónica, la Fundación ”la Caixa”, los libros de la editorial TURNER y las conferencias y estudios de Miguel Ángel Delgado.

Tesla que no prestaba mucha atención en desarrollar aplicaciones comerciales a sus inventos, gastaba dinero a manos llenas, olvidaba en ocasiones patentar sus creaciones…. Le robaron el mérito, la admiración y los homenajes; murió anciano, solo, pobre y olvidado pero intuyo que tranquilo.

«El presente es de ustedes, pero el futuro, por el que tanto he trabajado, me pertenece», dijo a sus contemporáneos.