Los ex libris reflejan la personalidad del propietario. Son su marca, su sello, una declaración de sus gustos, pasiones, intenciones y hasta ideologías. El diseñador Karl Lagerfeld, bibliófilo a más no poder (solo hay que ver su impresionante biblioteca), lo sabe bien. Por eso, la Navidad pasada regaló a su selecto círculo de amistades un ex libris personalizado metiendo su firma en una de las estampas más íntimas entre un lector y un libro. Sin duda, «la idea más brillante y estilosa», como bien dijo Caroline de Maigret en Twitter.
Otros personajes del mundo de la moda, como Olympia Le-Tan, también son fans de los ex libris. La diseñadora no solo los dibuja para marcar sus libros sino que también los usa para ponerlos en algunos de los artículos que vende. Fantasiosos e infantiles, en algunos, colabora su padre el artista Pierre Le-Tan.
Al igual que Le Tan, otro padre que también quiso que su hijo tuviera un ex libris singular fue el profesor de arte e ilustrador, John Lockwood Kipling (1837-1911). En 1909, dibujó en acuarela para el afamado autor de El libro de la selva uno de los ex libris más bonitos que yo jamás haya visto. Lo dice todo del escritor: imaginativo, aventurero, viajero, extravagante, seductor y por encima de todo empedernido lector, incapaz de dejar el libro sin importar el método de transporte.
Es evidente que la autoría de los ex libris puede hacerlos únicos. Por eso, no es de extrañar que, en su momento (y ahora), tener un ex libris que llevase la firma de Francisco de Goya (1746-1828) era algo de lo que presumir. El duque de Alba y el duque de Wellington fueron algunos de los afortunados pero, entre todos, destaca el realizado en 1798 para Gaspar Melchor de Jovellanos, por aquel entonces ministro de Gracia y Justicia. Diseñado al aguafuerte, el ex libris representa el escudo de armas del ministro con las telas o trenzas; en él figuran las palabras «Ave María», que «aluden a la victoria sobre un rey moro que, para menosprecio de la Virgen, llevaba en su caballo estas telas, amarillas o verdes, con la mencionada inscripción en azul. El rey fue derrotado por un miembro de la familia De la Vega, que posteriormente se unió a la familia de Xove o Jove, origen, a su vez, del apellido Jovellanos (Jove es parroquia de Gijón y originalmente lugar próximo a la ciudad, Júpiter o Jove)».
Salvador Dalí también puso su destreza con el pincel al servicio de los ex libris, en concreto para su amigo, el poeta Federico García Lorca. Surgió algo de lo más colorido y vivo. ¿Y qué mejor regalo a un amigo?
Guiño, guiño.
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Fuentes:
Biblioteca Nacional
Ex libris. Su misteriosa seducción. Bernardo Lozier Almazán, Sammartino Ediciones, 2015
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