Las segundas partes siempre fueron buenas si la cabeza arde en llamas. Si se comparten las ideas y una pasión. Si se hospeda a las musas y a sus víctimas. Si se respira confianza. Si uno se deja llevar por las emociones. Si la racionalidad queda aparte y la locura se extiende. Si se cree firmemente en el amor y en la amistad. Si se está en París. Si se está entre libros. Si se es George Whitman.
En 1919, la americana Sylvia Beach abría la librería Shakespeare and Company en París para pronto convertirse en un lugar de referencia para los literatos del momento. Allí acudían los grandes escritores e intelectuales anglosajones que vivían en París a los que Beach ayudo de todas las formas posibles: dándoles refugio, editando sus libros (¡como el Ulises de Joyce!), organizando charlas, recogiendo su correo y hasta prestandoles dinero. La librería que permaneció abierta hasta 1941 supuso, sin duda, un antes y un después en el panorama cultural parisino.
Diez años más tarde, otro americano, George Whitman, llegaba a París y abría otra librería. Le Mistral, en la rue 37 de la Bûcherie, respiraba la misma filosofía: convertirse en la segunda (o primera) casa de escritores, estudiantes, viajeros y militantes políticos a cambio de ayudar y trabajar en la librería. Allen Ginsberg, William Burroughs, Anaïs Nin, Richard Wright, William Styron, Julio Cortázar, Henry Miller, William Saroyan, Lawrence Durrell, James Jones o James Baldwin, entre otros, visitaron la librería.
En 1964, durante el 400 aniversario del nacimiento de William Shakespeare y en honor a Sylvia Beach a quien Whitman admiraba, Le Mistral pasó a llamarse Shakespeare and Company. Desde entonces, más de 40.000 personas han vivido de la generosidad de Whitman y han encontrado un lugar para escribir y leer pero también para sentir y sentirse libre como demuestra el documental Portrait of a bookstore as an old man.
En 2005, Gonzague Pichelin y Benjamin Sutherland presentaron en el Sundance Channel este filme sobre la librería con un octogenario Whitman como auténtico protagonista. Colocando libros, recibiendo a nuevos huéspedes, pegando la alfombra con batido para crêpes y haciendo locuras como cortarse el pelo con una vela y la cabeza en llamas.
Un año después, Whitman recibió la Orden de las Artes y las Letras por parte del Ministerio de Cultura de Francia.
George Whitman murió en diciembre en 2011, dos días después de haber cumplido 98 años. Murió en su apartamento, encima de su amada librería y su espíritu allí se quedó. En Shakespeare & Company se sigue leyendo, comprando, durmiendo, creando. Su tarta de limón ahora se sirve en la nueva cafetería. Y su calor se siente a través de su hija Sylvia quien sigue al pie del timón recibiendo a una familia que viene y va y haciendo honor a la frase que reza en la librería.
«Be not inhospitable to strangers lest they be angels in disguise».